Como todo en la vida

En realidad esto es una entrada de prueba –¿acaso no toda la vida es un borrador?-, para ver si Windows Live Writer funciona y si me facilita escribir más seguido por acá, si me convence de escribir offline y programar la publicación, o cualquier cosa que me recuerde que tengo una vida y un blog más allá del Ministerio.

Me tocó formatear la laptop, hacer respaldo, después volver a instalarle windows y office y chrome y firefox y nod32 y messenger y picasa y nero y itunes y los drivers y todo lo demás. Y habiendo terminado –por fin- me doy cuenta de que todavía me falta un informe de 20 páginas para el lunes a las siete de la mañana; la tarea de dos módulos del curso de la OIT –del que sospecho me van a retirar la beca- y otras dos o tres cosas que ya no creo que tenga tiempo de hacer, además de hacer mercado, lavar la ropa, limpiar la casa y vivir. Entretanto, todavía trabajando de siete a siete (pero cobrando de ocho a cuatro) aquellos días que tengo suerte y trabajo poco; ejerciendo una carrera que todavía no estoy segura de entender, pero que ciertamente entiendo más que muchos otros que ganan más que yo y a los que sin embargo me toca corregir todos los días (no porque lo disfrute, es mi trabajo), con un memory card en mi cabeza que sólo sirve para guardar qué recurso administrativo o judicial procede contra qué providencia o qué auto, o cómo se folia debidamente un expediente, pero que ya no sirve para escribir un cuento mediocre ni una mala poesía, se vive el día a día, como diría mi papá: La vida es cansarse y volver a descansar.

(Por ahora, llevo mi Piece of Flair que dice: Tenía una vida, pero mi trabajo se la comió.)