En dolor mayor

Quisiera quemar tu casa. Quemar también todas las cartas, todas las fotos, todos los regalos. Quemar tres años y medio de mi vida. Quemar el amor que aún me resta.
Quisiera entrar a tu e-mail, borrar todos los correos, cambiarte la clave, hackear tu blog.
Quisiera llamarla a ella y decirle que todo este tiempo, a mí también me decías que me amabas.
Quisiera estar en EEUU y tener una pistola.
Quisiera ser un personaje de Eterno Resplandor y borrar mi memoria. Apretar la tecla delete de mi cerebro, y que ya no doliera.
Quisiera quitarme el corazón y guardarlo en la nevera.
Quemarte, también, no lo dije.
Golpearte. Mirarte a los ojos y decirte cuánto te odio, así como tú me miraste a los ojos y me mentiste diciendo que me amabas.
Quisiera demandarte por daño moral. Por destruir retroactivamente tres años de recuerdos que ya nunca estarán limpios de nuevo.
Pero no haré nada de eso. Bueno, quizás un par de cosas. Las que pueda.
Dijiste que no me merecías. Pues sabes qué, quizás sea la única cosa en la que hayas tenido razón jamás.
Y claro, tengo que decirlo. Sorprendido estás tú. Yo estoy decepcionada.

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