Oh, Fiction, thou art a heartless bitch
Hay días en que uno(*) se despierta con el pie equivocado, o para decirlo con mayor precisión, con la mano equivocada. Hoy es uno de esos días en los que uno amanece dudando de su vocación, no de la existencia de la misma, sino de su buen tino. Porque vamos, nos dice la Historia que Hitler tenía la vocación de pintor, pero resultó que su verdadero talento estaba en ser genocida, lo cual demuestra que la vocación se equivoca, y el talento también.
Mi generación está llena, por no decir plagada, de escritores jóvenes y talentosos (aunque el vocablo "joven" en este contexto tenga un significado ambiguo y en ocasiones laxo), entre los cuales, pareciera a veces, existe un pequeño Olimpo del cual nos hallamos excluidos, por razones que, supongo, incluirán la de no estar en la capital y por tanto, no poder asistir a prácticamente ningún evento literario de ésos que pareciera que tienen por función, si no primaria, sí primordial, la de ver y hacerse ver. No me duele que sea de ese modo, porque así lo elegí, y además no considero que la pertenencia a ese Olimpo, que tiene un tanto de farándula literaria, mengüe el talento de los que forman parte de él, aunque tampoco le añada nada.
Lo que sí me duele, es la certeza con la que amanezco este día, de que jamás, aunque me muera y nazca de nuevo, podré hacerle a las palabras eso que les hace Murakami (oh, Murakami, dios de mi Olimpo personal). Entonces, visto que uno no nació Gabriel García Márquez sino marianne díaz, así con minúsculas (me gustan mis minúsculas), hay días, en especial en años que se acaban con prisa, en los que uno se pregunta si vale la pena. Habrá que seguir escribiendo, porque no sabemos cómo vivir sin ello, pero la pregunta es ¿para qué?.
La ficción, señores, es una amante ingrata.
(*) Entiéndase el uso del pronombre impersonal como en: Uno se alegra de resultar útil.
Mi generación está llena, por no decir plagada, de escritores jóvenes y talentosos (aunque el vocablo "joven" en este contexto tenga un significado ambiguo y en ocasiones laxo), entre los cuales, pareciera a veces, existe un pequeño Olimpo del cual nos hallamos excluidos, por razones que, supongo, incluirán la de no estar en la capital y por tanto, no poder asistir a prácticamente ningún evento literario de ésos que pareciera que tienen por función, si no primaria, sí primordial, la de ver y hacerse ver. No me duele que sea de ese modo, porque así lo elegí, y además no considero que la pertenencia a ese Olimpo, que tiene un tanto de farándula literaria, mengüe el talento de los que forman parte de él, aunque tampoco le añada nada.
Lo que sí me duele, es la certeza con la que amanezco este día, de que jamás, aunque me muera y nazca de nuevo, podré hacerle a las palabras eso que les hace Murakami (oh, Murakami, dios de mi Olimpo personal). Entonces, visto que uno no nació Gabriel García Márquez sino marianne díaz, así con minúsculas (me gustan mis minúsculas), hay días, en especial en años que se acaban con prisa, en los que uno se pregunta si vale la pena. Habrá que seguir escribiendo, porque no sabemos cómo vivir sin ello, pero la pregunta es ¿para qué?.
La ficción, señores, es una amante ingrata.
(*) Entiéndase el uso del pronombre impersonal como en: Uno se alegra de resultar útil.
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Un saludo,
J