Un error


(y que nadie se sienta aludido)

Te diré cuál fue tu error. Pudimos ser amigos. Hay cosas de ti que me agradan.
Pero tú, no. Tú querías ir más allá.
A mis amigos les tolero que sean pedantes. A veces me río de sus chistes malos, porque a veces me dan risa. Pero a alguien que quiera ir más allá, cómo te explico. Me da flojera. Sobre todo soportar la pedantería.
A mis amigos les soporto, hasta les agradezco, que se rían de mis defectos. Pero de alguien que pretenda jugar un rol de hombre, jugar a ser el rey en este ajedrez, lo mínimo que espero es que ensalce mis virtudes, por pocas que sean, y que lo haga con honestidad. No que encubra un piropo en un medio insulto hecho a manera de broma. No; espero halagos directos, así como espero flores, chocolates y peluches aunque no me gusten. Porque ya, a estas alturas del juego, me harté de aceptar menos de lo que merezco.
A mis amigos, en resumidas cuentas, les tolero que tengan la autoestima baja y se escuden en juegos de niños de primaria. Que sencillamente no sepan decirme que les agrado, porque no me hace falta, porque yo sé que no están esperando otras cosas y que si están conmigo es porque les caigo bien y punto. Pero a los que andan por otros derroteros, no les tolero que sean, después de adultos, el niño aquél que me quitaba la coleta en primaria para hacerme molestar, porque no sabía cómo decirme que le gustaba.
A mis amigos les aguanto que no me gusten por completo, porque la amistad es eso y a veces no importa; basta con tener áreas comunes, donde uno pueda encontrarse a mitad de camino y tomar un café. Ah, pero si los tiros van por otro lado, honestamente, me da flojera. Y la verdad, no creo que para ti tampoco valga la pena calarte mi intolerancia y mi mal humor y mi carencia absoluta de ganas de esforzarme por algo que no va para ningún lado.
Pero fíjate, las amistades a veces sí duran. Y si hubieras sido inteligente, quizás habrías entendido eso a tiempo.
Antes de que yo comenzara a elaborar la lista de las diez (mil) cosas que detesto de ti.
Antes de que comenzara a pensar en por qué no me terminan de gustar tus besos.

(La fotografía es de Mariamne-1484 en deviantart.com)

Comentarios

Psique dijo…
A veces, por no decir que siempre, es bastante molesto tener que luchar contra la necedad de los demás... ciertamente, si fuese inteligente se habrían ahorrado muchas cosas.

Me gustó mucho este post.

Entradas populares