Del amor y otras ficciones (II)
Eran dos adolescentes apenas aprendiendo a desabrocharle los botones al espejo.
Eran sólo dos niños, que sabían tan poco, que no sabían que se estaban equivocando.
Y se encontraron sin buscarse, como dos piezas de rompecabezas que son puestas una junto a la otra, y se amaron, como se han amado las parejas desde que el mundo es mundo, es decir, como nadie nunca se había amado antes.
Y se amaron tanto que en cierto punto ya no supieron quién era uno y quién era el otro, ni quiénes habían sido antes de conocerse.
Y se acercaron tanto que no hubo más espacio; y como aún estaban creciendo, no pudieron evitar hacerse daño.
Y se destruyeron el uno al otro, mitad sin querer, odiándose a sí mismos por lo que hacían, y mitad en venganza por el dolor que el otro, a su vez, les estaba causando. Y al final de la guerra sólo quedaron fragmentos regados por el suelo de lo que alguna vez habían sido.
Y cada quien recogió sus pedazos -se perdieron algunos, se confundieron otros- y comenzó a reconstruirse como pudo, como un Picasso, con cosas en lugares donde originalmente no iban, fabricando dos personas que se parecían en la misma proporción en que se diferenciaban de aquellos, los que eran antes.
Y entonces fueron dos adultos, esto es decir, dos niños que, ahora, se equivocan con conocimiento de causa.
(Ver también: El amor y otras ficciones.)
Comentarios
Laura
Un saludo de otro blogger que cree en el amor.
saludos!