La vida cotidiana
Hoy, el Derecho me aburre. Quiero decir, por lo general, el Derecho me aburre, pero hoy es en serio. Tengo que estudiar para los exámenes, preparar unas exposiciones, redactar unos trabajos, y sólo quiero quedarme dibujando hasta las tres un retrato de nadie -sin que alguien me pregunte ¿quién es ésa?- y luego, servirme una taza gigante de café con leche, bien espumoso, y comenzar a escribir un cuento que me da vueltas en la cabeza.
No quiero usar la vieja excusa de que la vida real no me permite dedicarme al arte. La vida es eso, aunque quisiéramos, no puede ser únicamente acerca de libros y acuarelas. A veces, la mayor parte de las veces, hay que abrir un Código Civil -o un libro de álgebra, o lo que sea-, dejar mi Doña Inés contra el olvido en la página 64, hasta que el Derecho Administrativo me lo permita, y quizás, inclusive, perder ese cuento que tengo entre ceja y ceja, y confiar en que quizás no era tan bueno como yo pensaba.
Sólo espero que mañana, o pasado, pueda quedarme toda la tarde frente a la computadora, o sentarme en algún café, como prefiero, con una libreta, mi pluma y un café con leche gigantesco, a terminar, por fin, mi libro de cuentos.
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