Estampillas, timbres fiscales, papel sellado...

Estoy a mitad de una lara odisea para registrar mi título de abogado y colegiarme, lo cual incluye una larga lista de trámites a realizar en un solo día y antes de las 4 p.m., si es que quiero cobrar este mes. Lo peor no es eso, ni el 'palo de agua' que me cayó encima esta mañana, ni las colas en el banco. Lo peor es que en toda esa lista de trámites, cada uno prela sobre el siguiente, de modo que heme aquí, en pleno mediodía, esperando en un cyber a que se hagan las 2:30 y yo pueda ir a buscar mi título al Registro Principal del Estado.
En la Facultad de Derecho no le enseñan a uno cómo se registra un documento. No le enseñan qué planilla llenar cuando no hay timbres fiscales. No le enseñan, tampoco, cómo se elabora una providencia administrativa. No es por quejarme de mis profesores, que los tuve excelentes (algunos, pues), pero vine a redactar mi primer "libelo de demanda" en quinto año (o sea, hace unos meses).
De modo que -me decía una de mis profesoras, de las excelentes, esta mañana- ahora es cuando comienza uno a tener que estudiar de veras, ahora es el momento en que uno puede, verdaderamente, diferenciarse de los otros trescientos que se graduaron en la misma promoción. Claro, ya me había dado cuenta de eso, cuando en el trabajo empezaron a exigirme -gracias a Dios- que pensara (en realidad, después de que yo les exigiera que me lo exigieran) y me vi frente a un escritorio, con cuatro expedientes, seis sentencias del TSJ y cinco leyes abiertas al mismo tiempo.
En fin. Iba a hablar de la reforma, pero mejor en un post aparte. Sólo quería quejarme de que cuatro timbres fiscales de 2.000 Bs. me costaron 20.000, y los tuve que comprar porque la cola en BOD para depositar con el formulario 02 (sustitutivo de timbres) llegaba a la calle. Cotidianidades mías.

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