Ex nihilo nihil fit
(Nada puede crearse de la nada).
Incluso ella.
Ella, a veces, quisiera retroceder el tiempo. Un año, dos años, seis años, veintitrés años. Volver a ser un espermatozoide y quedarse dormido en el camino. Por la trigésima parte de un milímetro de diferencia, no estaría aquí hoy.
Ella, a veces, quisiera huir. Simplemente levantarse y huir. Salir corriendo, sin sentido, sin ver hacia dónde, y detenerse sólo cuando las piernas ya no pudieran sostenerla, cuando el corazón estuviera a punto de rendirse, cuando, empapada de sudor, pudiera decir que no sabía donde estaba y cómo había llegado allí.
Porque ella en verdad no sabe dónde está ni cómo llegó hasta allí. Pero nadie alcanza a comprenderlo.
Ella, a veces, quisiera callarse para siempre. No volver a decir nunca nada. No entregar al mundo una sola señal más de sus emociones, de sus ideas, de sus pensamientos. No hablar, no escribir, no comunicarse nunca más. Quedarse en un rincón, en silencio, buscando silencio dentro de sí misma, tratando también de dejar de escuchar.
Ella, a veces, quisiera morir.
Ella llora en la ducha, mientras se enjuaga la espuma del pelo.
Ella llora en el mercado, mientras pesa los plátanos. Y en la caja, también, mientras paga.
Ella llora en el trabajo, mientras redacta un acta de transacción entre un sindicato y una millonaria empresa trasnacional.
Ella llora mientras mira Grey's Anatomy, y a veces se ríe, y sigue llorando.
Ella llora mientras revisa su correo.
Ella, a ratos, se secan de lágrimas, y se pregunta si estará, por fin, lista para dejar morir aquella parte de sí misma que deseaba ser feliz.
Ella (después de seis meses de titularse) se reencuentra con sus compañeros de grado. Pero está preparada.
Después de cuatro años de esfuerzo para llegar a pensar que el éxito podía ser medido por la felicidad, ahora, a punta de golpes, ella piensa de nuevo que el éxito puede ser medido por los triunfos sobre los fracasos ajenos. Por la marca del carro, por el monto del sueldo, por el número de postgrados, doctorados y postdoctorados, por los reconocimientos obtenidos y el grosor del currículum.
De nuevo, no le interesa ser feliz.
De nuevo, está preparada para ser competitiva.
(Competitividad, dice la profesora de Banca y Finanzas, es la capacidad de generar diferencias en términos de ventajas, para desalojar al adversario. Ella, por supuesto, lo anota en su cuaderno a la velocidad de la luz, y se lo aprende como un mantra, como su nuevo Padrenuestro).
Ella decidió ser exitosa. O quizás no lo decidió. Quizás sólo se quedó sin opciones.
Comentarios
Es gusto leerte de nuevo, me gusta mucho como me escribes quizá por que en tus letras también se refleja un poco mi sentir, quizá porque enalgun momento sentí o sentiré algo parecido.
¿El éxito? Piensa en lo que te hace feliz, y hazlo! Eso es todo desde mi punto de vida hablando muy subjetivamente. Pero sé sincera en tu felicidad y no te engañes.
Saludos..
Saludos!