Mi organismo se declara en huelga

Hoy sencillamente no me pude levantar. Sin parafernalias ni síntomas llamativos, simplemente no me pude levantar. Mi cuerpo no dio para más.
Debo reconocer que la huelga es legal. Que el sindicato de empresa conformado por mi estómago, mi corazón y mi cabeza introdujo debidamente su pliego conflictivo (constante de gastritis, neuritis, estrés, ansiedad y taquicardia) y que transcurrieron bastante más de las 120 horas sin que yo diera respuesta. De modo que no tengo forma de defenderme del hecho de que mi cuerpo no quiera seguir trabajando. Me rendí. Me quedé en cama con la seria intención de dormir todo el día.
No obstante, eso parece ser una labor bastante difícil de llevar a cabo para mí. No aguanté, me puse a tratar de adelantar trabajo para la maestría, terminé consiguiendo Tokio Blues en internet (dígale no a la piratería, pero si no le queda más remedio y sólo tiene Tecniciencias en su ciudad, capitule, como yo) y obviamente Murakami puede más que la huelga, además es un excelente día para leer en la cama, aunque sea en la laptop.
Entretanto, de banda sonora, cualquier cosa en mi iTunes aleatorio interrumpido por YouTube. Esto, lo que escuchaba mientras escribía esta incoherencia embebida de fiebre, es de Kate Nash, y se llama Pumpkin Soup:

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