Hoy empieza la cosa
Hoy comienza la Semana de la Nueva Narrativa Urbana. Quise escribir este post porque esta tarde-noche, saliendo del C.C. Via Veneto, acá en Valencia, en medio de un estrés nervioso que me había llevado a pasar el día al borde de un ataque, a punto de golpear o insultar o gritarle a alguien, vi la hora y me di cuenta, rayos, hoy es lunes, en este momento deben estar comenzando las lecturas.
Hasta ese instante había perdido la noción del tiempo. De hecho, en días anteriores, y sumergida en este no-ser que es la Universidad de Carabobo, no había llegado a internalizar el hecho de que esta semana es La Semana. Como le decía a Carlos Noguera, la Universidad me tiene secuestrada, y no es agradable. Y es que en este instante acabo de comprender por qué me siento, justo ahora, como viviendo en dos lugares simultáneamente. Esto es, mañana tengo examen de Derecho Internacional Privado, tengo que entregar un libelo de demanda que aún no he terminado de redactar, tengo que ir al Palacio de Justicia a buscar una sentencia, y después, como a eso de las mil de la noche, preparar el equipaje para viajar el miércoles a Caracas. Y, eso sí, será como una recompensa al dolor de espalda que tengo en este momento, será como unas minivacaciones, como un respiro, como un breve permiso de dedicarme a lo que me gusta.
Con las disculpas por esta divagación. Es que me duele la cabeza, y el espíritu.
Hasta ese instante había perdido la noción del tiempo. De hecho, en días anteriores, y sumergida en este no-ser que es la Universidad de Carabobo, no había llegado a internalizar el hecho de que esta semana es La Semana. Como le decía a Carlos Noguera, la Universidad me tiene secuestrada, y no es agradable. Y es que en este instante acabo de comprender por qué me siento, justo ahora, como viviendo en dos lugares simultáneamente. Esto es, mañana tengo examen de Derecho Internacional Privado, tengo que entregar un libelo de demanda que aún no he terminado de redactar, tengo que ir al Palacio de Justicia a buscar una sentencia, y después, como a eso de las mil de la noche, preparar el equipaje para viajar el miércoles a Caracas. Y, eso sí, será como una recompensa al dolor de espalda que tengo en este momento, será como unas minivacaciones, como un respiro, como un breve permiso de dedicarme a lo que me gusta.
Con las disculpas por esta divagación. Es que me duele la cabeza, y el espíritu.
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