De concursos, palancas y opiniones sin fundamento
No me gusta hacer lo que voy a hacer a continuación. Pero quiero (a raíz de este post de Enza que generó esta serie de comentarios) asegurarme de que la gente tenga acceso a la información necesaria para llegar a las conclusiones que desee llegar.
Nací en Altagracia de Orituco, estado Guárico, en 1985. Hija de un maestro de primaria y de una oficinista.
Aprendí a leer a los tres años y comencé a escribir alrededor de los seis. Puras pendejadas. Cuando tenía como diez gané mi primer concurso literario, uno regional, recuerdo, a raíz de un cuento cuyo nombre escasamente recuerdo. Sí recuerdo el premio: un montón de libros.
A pesar de eso, dediqué casi todo lo que llevo de vida a escribir poesía, mala poesía, que, a pesar de todos mis esfuerzos, jamás me ha ganado más que algunos comentarios agradables de gente que la lee. Con eso, dicho sea de paso, me doy por servida.
En los últimos años me he dedicado a estudiar Derecho y a editar un par de revistas literarias de corto aliento, junto a otras personas, iniciativas efímeras por falta de fondos, entre otras cosas.
Hace un par de años (quizás tres) envié un material a Letralia, y su editor, Jorge Gómez, a quien no conozco, amablemente me lo publicó. Algo semejante ocurrió con el quincenario Letras, de la UCV, que me publicó el mismo cuento.
El siguiente año envié, con pocas esperanzas, un material a Monte Ávila Editores, con la intención de optar a sus talleres de Narrativa. Para mi sorpresa (mayúscula) me llamaron. Eso significaba tener que viajar a Caracas, desde Valencia, un día a la semana (martes), con trasnochos, gasto de dinero que no tenía, y el cierto peligro que implica Caracas (y La Bandera) para una carajita pendeja como yo. Pero le metí el pecho al asunto, porque los sueños lo vuelven a uno medio inconsciente.
Aprendí muchísimo. Mis compañeros fueron magníficos. Mi profesor, Carlos Noguera, también. Y lo digo así, y no me da vergüenza.
El año siguiente, según supe, Ana Teresa Torres se puso a revisar el directorio de firmas de Letralia, y encontró mi nombre por ahí. No había mayor información en esa ficha, pero a pesar de ello, me invitó a enviarle material para optar a participar en la II Semana para la Nueva Narrativa Urbana. Yo me alegré, de nuevo, de forma mayúscula, puesto que era un pequeño sueño que tenía por ahí guardado. Envié un cuento (que luego sería calificado de cursi y trillado, pero a quién le importa). El hecho es que me seleccionaron, y fui.
Entretanto, me dediqué a escribir un libro con todas las ideas para cuentos que se me ocurrieron durante el taller. Lo terminé, lo revisé, y lo envié al Concurso de Autores Inéditos de Monte Ávila. Junto con la declaración jurada de no haber publicado jamás un libro, puesto que es de ese modo. Y fíjense, gané. Gané con un libro del cual, exceptuando a los tres jurados, nadie puede opinar con bases ciertas, puesto que nadie ha leído siquiera una línea.
Eso es todo. Las conclusiones, de cada quien.
(No voy a responder comentarios a este post, si los hay. Aviso de antemano)
Nací en Altagracia de Orituco, estado Guárico, en 1985. Hija de un maestro de primaria y de una oficinista.
Aprendí a leer a los tres años y comencé a escribir alrededor de los seis. Puras pendejadas. Cuando tenía como diez gané mi primer concurso literario, uno regional, recuerdo, a raíz de un cuento cuyo nombre escasamente recuerdo. Sí recuerdo el premio: un montón de libros.
A pesar de eso, dediqué casi todo lo que llevo de vida a escribir poesía, mala poesía, que, a pesar de todos mis esfuerzos, jamás me ha ganado más que algunos comentarios agradables de gente que la lee. Con eso, dicho sea de paso, me doy por servida.
En los últimos años me he dedicado a estudiar Derecho y a editar un par de revistas literarias de corto aliento, junto a otras personas, iniciativas efímeras por falta de fondos, entre otras cosas.
Hace un par de años (quizás tres) envié un material a Letralia, y su editor, Jorge Gómez, a quien no conozco, amablemente me lo publicó. Algo semejante ocurrió con el quincenario Letras, de la UCV, que me publicó el mismo cuento.
El siguiente año envié, con pocas esperanzas, un material a Monte Ávila Editores, con la intención de optar a sus talleres de Narrativa. Para mi sorpresa (mayúscula) me llamaron. Eso significaba tener que viajar a Caracas, desde Valencia, un día a la semana (martes), con trasnochos, gasto de dinero que no tenía, y el cierto peligro que implica Caracas (y La Bandera) para una carajita pendeja como yo. Pero le metí el pecho al asunto, porque los sueños lo vuelven a uno medio inconsciente.
Aprendí muchísimo. Mis compañeros fueron magníficos. Mi profesor, Carlos Noguera, también. Y lo digo así, y no me da vergüenza.
El año siguiente, según supe, Ana Teresa Torres se puso a revisar el directorio de firmas de Letralia, y encontró mi nombre por ahí. No había mayor información en esa ficha, pero a pesar de ello, me invitó a enviarle material para optar a participar en la II Semana para la Nueva Narrativa Urbana. Yo me alegré, de nuevo, de forma mayúscula, puesto que era un pequeño sueño que tenía por ahí guardado. Envié un cuento (que luego sería calificado de cursi y trillado, pero a quién le importa). El hecho es que me seleccionaron, y fui.
Entretanto, me dediqué a escribir un libro con todas las ideas para cuentos que se me ocurrieron durante el taller. Lo terminé, lo revisé, y lo envié al Concurso de Autores Inéditos de Monte Ávila. Junto con la declaración jurada de no haber publicado jamás un libro, puesto que es de ese modo. Y fíjense, gané. Gané con un libro del cual, exceptuando a los tres jurados, nadie puede opinar con bases ciertas, puesto que nadie ha leído siquiera una línea.
Eso es todo. Las conclusiones, de cada quien.
(No voy a responder comentarios a este post, si los hay. Aviso de antemano)
Comentarios
¡Suerte con eso! y piensa que a veces el silencio es mejor a una respuesta vana y sin argumentos reales.
bueno, a lo que vengo si hablar de tu infancia: "Aprendí a leer a los tres años y comencé a escribir alrededor de los seis." son puras pendejadas para que habals de ello entonces, como se ve que careces de vocabulario, con razon te juzgan por haber ganado un premio, sera en alguna mision que ganaras premio porque de otra manera no lo lograrias