Choses (II)
Mucha literatura japonesa. O no tanta.
Yasunari Kawabata. Junichiro Tanizaki.
Y Murakami, lo que consiga. Banana no, porque no he podido conseguirla todavía.
(Eso me debería recetar la psicóloga).
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Las mujeres de mi familia se casan para divorciarse.
Todavía no comprendo por qué lo siguen haciendo.
¿Lo haré yo, acaso, también?
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Hacer ejercicio ayuda a que se vaya la depresión.
Pagar el gimnasio ayuda a que regrese.
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Lugar seguro para vender de puerta en puerta: Las oficinas públicas, en especial aquellas con alta densidad de población femenina.
Donde haya más de tres mujeres reunidas, que cobren quince y último, lance ud. cualquier producto más o menos colorido, alycrado o brillante, o que huela bien. (Entiéndase ropa, pulseras, collares, trajes de baño, colonias, similares o conexos).
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Odio cada vez que alguien ve de reojo un libro mal puesto en mi oficina y/o casa, y examinándole el grosor, no se le ocurre nada mejor que preguntar: ¿Tú te lees todo eso?
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Detesto que me dejen embarcada.
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Hay pocas cosas mejores que encontrar un nuevo autor favorito.
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A pesar de lo reiteradamente que siento ganas de matar a mi familia, no me queda sino reconocer que mi familia es lo máximo.
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Maldito mundo mercantilista donde todo es plata.
Qué esperanza pa'l que siembra cocos.
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El taxista me dice, bueno, pero algún día se tiene que comprar un carro.
No entendí.
Todavía no entiendo por qué tengo que comprarme un carro, pero aparentemente puedo vivir toda la vida perfectamente sin conocer París.
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