Nueve cosas que detesto de ser empleada pública

Siguiendo en la onda de las quejas (lo siento, estoy inconforme por estos días), y puesto que formo parte de esa peculiar raza a la que detesta todo aquel que se haya visto obligado alguna vez a estar del lado de afuera de una taquilla gubernamental, hoy me toca quejarme de mi trabajo. Sí, ya sé, tengo que agradecer que tengo trabajo, etcétera etcétera. Pero no me vengan con vainas, que estoy segura de que a casi ninguno de ustedes les gusta su respectivo oficio. Así que aquí voy. Soy abogada asistente contratada del Ministerio del Trabajo bolivariano messmo, y éstas son sólo algunas de las cosas que detesto de serlo.
1.- Todo el mundo asume que uno es corrupto nada más por formar parte de la Administración Pública, y entretanto, uno pelando bolas como un pendejo. De vez en cuando le formulo a mi madre el reclamo pertinente: ¿Por qué carrizo me tuviste que criar honesta?
Cierta vez tuve un altercado con un sindicalista obrero de cierta empresa que no voy a mencionar, porque me llamó corrupta y vendida cierto día en específico en el cual yo me había pasado la mitad de la noche preparando un informe para una mesa de trabajo con el fin de terminar la huelga en la no-mencionada empresa, y acababa de llegar al trabajo guindando en tacones en la puerta de una camionetica. El carajo había llegado también, por su parte, en una camionetica. Una Autana.
2.- Uno trabaja horas extras, domingos y feriados, y nadie se los paga. El horario se supone que es hasta las 4:30, pero a las 4:25 llaman de Caracas pidiendo cualquier pendejada de veinte páginas que, aparentemente, el Presidente, el Ministro o el Viceministro, o Buda o Michael Jackson, quieren para ya. Para ayer. Y hay que quedarse. Hay elecciones, entonces hay que trabajar sábado y domingo salvaguardando que los demás no trabajen esos días. Hay que sacar un trabajo equis, o una empresa tal está tomada un sábado, hay que irse de plantón el sábado a resolver el peo, o lo que sea. El problema no es ése, el problema es que después de que uno tuvo que sacrificar todo su tiempo útil (es decir, todo segundo con los ojos abiertos), el sueldo al final del mes es exactamente la misma cifra de siempre.
3.- Lo antedicho, a uno lo joden y no tiene a quién reclamarle. A mí, con el dichoso aumento de salario del 30%, me rebajaron casi la mitad del sueldo, me inventaron un sueldo básico y una prima no salarial (novísimo concepto) y me aumentaron el 30%... sobre el salario "básico". Quedé cobrando casi lo mismo. Se me ocurre ir al Ministerio del Trabajo a poner un reclamo porque el Ministerio del  Trabajo no me paga.
4.-Todo es un maldito trámite burocrático. Pides la aprobación de las vacaciones y te llega cuatro meses después. Pides una constancia de trabajo y te llega a los seis meses. Cuando te despiden, el pago de las prestaciones se puede tardar unos ocho o nueve meses. Pero ya lo sabías desde el comienzo: cuando entraste a trabajar, pasaste, seguro, por lo menos tres meses sin cobrar, eso con suerte.
5.- No existe tal cosa como estabilidad laboral. Todos los años por estas fechas, se pasa por la zozobra de la "renovación de contrato". Según el jefe de turno, será el número de cabezas que rodarán en correspondencia a su humor o tinte político. (Dentro del chavismo también hay tintes políticos, les cuento: nadie está seguro). Para mayor mal, la realidad es que a uno le rescinden el contrato cuando quieran, sólo hace falta la voluntad suficiente, y una vez botado, le puede ir a llorar a Mandrake el mago, porque los procedimientos de reenganche los lleva el mismo Ministerio del Trabajo.
6.- La ineptitud y la ineficiencia son el pan de cada día. Es cosa de agarrarle el truco, lamentablemente, en un par de meses uno aprende a distinguir lo importante de lo urgente y de lo innecesario. Hay cosas que, en cuanto las ves, te das cuenta de que no van a proceder jamás, y no vale la pena sacarse canas por eso. Hay otras que, en cuanto las ves, sabes que la semana que viene te van a pedir un informe detallado con estadísticas y gráficos de torta, de eso que ahora tienes en las manos. Clarividencia. Y ponerse a trabajar. Pero ese mismo conocimiento del sistema burocrático, les confieso, hace que uno pierda toda vocación de servicio.
7.- Por otro lado, los usuarios creen que uno está puesto por el gobierno. No, hablando en serio. La gente llega a cinco para la una, cuando uno está almorzando (nosotros también tenemos hora de almorzar, de 12:30 a 1:30) y son perfectamente capaces de arrecharse y de insultarlo a uno porque uno come. Hay que levantarse, dejar la comida fría e irlos a atender. Hay otros días en que desde las ocho de la mañana hay sesenta y ocho personas esperando, y a uno le dan la una, las dos, las tres de la tarde sin comer porque todavía queda gente. Yo quisiera ser como en la Onidex, que cierran con el segundero rozando las doce, y se van a comer dejando ahí a todo el mundo. (A mí me dejaron encerrada una vez). La otra parte del asunto es la gente que cree que su caso es el único del planeta, y se pasan hora y media repitiéndote una y otra vez las mismas cosas y contándote los detalles de la vida personal de sus jefes y los dramas de su familia, que no tienen nada que ver con nada. Ésos son los mismos que, a partir del día siguiente, te llaman cinco o siete veces al día para ver si ya les resolviste lo suyo. Sí, señor. No tengo absolutamente más nada que hacer. Este montón de papeles sobre el escritorio es decorativo.
8.- No existen los feriados. No hay día de Valencia, de Carabobo, del funcionario público, de las secretarias o del abogado que valga. En navidad, los feriados son el 25 de diciembre y el 1° de enero. Lo demás queda a la gracia y el humor del ministro de turno, de modo que uno no puede hacer planes porque no sabe. La verdad no he alcanzado a comprender cómo es que, cada vez que tengo que hacer un trámite, en la oficina donde a mí me toca ir es feriado, puente o "administrativo", o me encuentro colgando el cartelito de No hay despacho. En el fundo esclavista donde yo trabajo, no hay cartelito de No hay despacho. Yo quiero uno, coño. (Sería un buen regalo de Navidad, tomen nota).
9.- Cualquier iniciativa que intente mejorar algo, muere antes de nacer. O sea: -Esto está mal hecho, podría hacerse de este otro modo y sería seis veces más rápido, tres veces más barato y cuatro veces más efectivo... -Aquí siempre se ha hecho así. Punto. No importa que ese modo en que "siempre se ha hecho" sea estúpido, obsoleto, inclusive ilegal. A nadie le importa la eficiencia, es cuestión de preservar el status quo.
Y es que a fin de cuentas, de eso se trata todo.

Comentarios

Más vale empleada pública que la cola del Inem, asi que todas las mañanadas a levantarse con sonrisa para ir al oficio.

http://lahistoriademanoli.blogspot.com/
vickys-térica dijo…
¡¡Como me he reído con tu lista jajajaja! tienes muy buen sentido del humor ¿o debería decir pésimo humor? el caso es que me solté varias carcajadas y se agradecen, un saludo
oMar-Mota dijo…
Cargo esta duda: Si me río, no sé si termino siendo tan despiadado como tus jefes o si lloro no sé si termino siendo tan güevón como el 90% de los que trabajan en la Administración Pública (estás excluída ipso facto). ¡Felicidades! Muuuuy buen texto, sabes aprovecharte de que aun en el Ministerio del Trabajo todavía no saben pronunciar "Blogspot" para hacernos un "Contacto con la Realidad" jajajajajajajaja si fueras norteamericana, puedes asegurar que tu siguiente post sería el relato de los pormenores de tu despido jajajaja ¡Saludos!

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