Crónicas de una nerd en el país de las misses

Me echaron un regaño en estos días que, básicamente, pretendía explicarme que a los lectores de un blog se les debe respeto y periodicidad, cosas de las cuales tengo un poco de la primera, y nada de la segunda. Yo quisiera, de verdad, ser como una de esas personas que escriben dos veces a la semana en sus blogs, martes y viernes, religiosamente, y cuyos posts yo misma espero como un relojito.
Pero no. Yo soy yo, y de momento se tienen que conformar conmigo.
Entonces, bueno, aquí purgando mi sueño frustrado de ser columnista en alguna de tantas revistas que hay por ahí, me inauguro una sección que pretendo obligarme a escribir una vez a la semana (se espera que, a partir de la próxima, eso sea los lunes), y con ello, también, tratar de mantener una cierta uniformidad de estilo, al menos en esos posts (el resto del blog, por supuesto, tendrá que seguir manteniendo la mínima cohesión en su aleatoriedad). De la mano de una más de mis personalidades múltiples,

Crónicas de una nerd en el país de las misses.
Hoy presentamos: Eso no lo fabrican en tu talla, miamor.

La semana pasada, en Santiago de Chile, hablaba con dos colombianas y una venezolana sobre la cuestión de la superficialidad. No es secreto para nadie que Venezuela es el país de la silicona, el tinte de pelo y las uñas acrílicas; el país en que toda niña sueña con ser Miss Venezuela y por ende, nos vemos forzadas desde la pubertad a cumplir con ciertos cánones –absurdos, dicho sea de paso- de delgadez, fisonomía, femineidad y proporciones.
La cuestión surge cuando una nace con miopía y desde los tres años usa lentes más grandes que su cara, y uno crece y le da fastidio tener que plancharse el pelo cada vez que va a salir, y resulta que, además, le gusta el chocolate y los Doritos. Mala cosa. Mis hermanas, que son la reproducción de un cuadro de Boticcelli, sufren con el hecho de que yo pretenda, en ocasiones, salir a la calle sin maquillarme. Sacrilegio. Muchacha-tú-no-te-arreglas-por-el-amor-de-Dios.
Los que me conocen sabrán (si es que no son venezolanos y tienen los ojos deformados por Osmel Sousa) que en cualquier planilla de peso y estatura, soy lo que se llama average: promedio. Pero cada vez que voy a comprar ropa, me consigo con la maravilla de que la talla L me queda pequeña, o mejor, como me dijeron en Naf-Naf una vez, que eso no lo fabrican en mi talla.
Iba yo buscando un vestido que no fuera ni demasiado recatado ni demasiado sexy, ya no me acuerdo ni para qué evento. Lo que recuerdo es que, antes de entrar a la tienda, me sentía bien conmigo misma y con mi cuerpo, tenía ganas de montarme en unos tacones y ponerme una minifalda, y a la salida tenía ganas era de llorar.
Ya tenía experiencia con que "mi talla" fuese la L o la XL de ciertas marcas. Lo que no esperaba era encontrar un vestido perfecto, precioso, en tallas S y M (donde la M no me servía única y precisamente por mi maldito trasero), y que la tipa de la tienda, al preguntarle si no tendrían ese vestido en talla L, me respondiera:
- No, miamor, nosotros no te vendemos talla L.
Es en serio. En Venezuela, este país lleno de mujeres con buen trasero y amplias piernas, resulta que el mío no cabe ni en los jeans de más de una marca, porque mi talla no existe. Cosa que, la verdad, no pasaría de ofenderme por cinco minutos, porque gran vaina, esa ropa no la fabrican acá (nada se fabrica acá). Lo que me ofende, señoras, señores, señoritas, es la desfachatez de la dependienta, con la boca pintada de rojo y las uñas acrílicas recién hechas, que me dice:
- Ay, miamor, pero es que tú estás como gordita, mira, allá abajo cruzando a la derecha, está el local de Ni una dieta más.
Mi respuesta no puede ser reproducida en este espacio, bajo riesgo de que me apliquen la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, que, como ustedes saben, tiene que ver con Internet también (?).

Comentarios

Milakass dijo…
Tienes toda la razon! en las tiendas todo es para flaquitas de talla 2. No me explico como venden porque en Vzla todo el mundo es acuerpadito y sin embargo no traen tallas sino para esqueleticas. Para mi toda la vida ha sido un sufrimiento el comprar ropa en Venezuela porque soy de piernas gruesas! Y en Naf-Naf tambien me dijeron lo mismo... es que traemos solo tallas "pequeñas". Creo que el unico que trae tallas decentes es Zara y precisamente, esas tallas vuelaannn!
Verdaderamente es una dificultad ser mujer en Venezuela!
Yo estoy dichosa en Colombia!
*Aire* dijo…
Yo soy más bien delgada,muy delgada, dirán muchos y SUFRO cada vez que voy a comprar ropa,porque aquí todas las blusas/vestidos/etc están pensados para mujeres que usan sostenes 38C ¬¬ Sólo consigo en las cadenas de Inditex (Zara,Pull&Bear,Bershka,etc) y en la sección infantil ¬¬ Aqui no hay ropa para mujeres REALES!!
marianne dijo…
Ésa es la otra parte del asunto! El paradigma del silicón: Se supone que todas usamos talla 38. Para lo contrario, no hay ropa. Y si no es así, deberíamos operarnos. Si no tenemos plata, pues a crédito, pero sin tetas no hay paraíso xD
Gabriela dijo…
Me has hecho acordar a los tiempos en que pesaba 85 kilos. Evidentemente, no había nada de mi talla.
Acá en el Perú pasa más o menos lo mismo: agarras cualquier ropa y hasta la talla L se te hace chica. Yo digo que los fabricantes seguramente tienen a niñas de 12 años como referentes para sus tallas.
Después se quejan de los índices de personas con desórdenes alimenticios.
Saludos desde Lima.
PD: también soy miope desde los 4 años.
:(
Unknown dijo…
ok, completamente de acuerdo con tu articulo, el problema es que la mayoria de la ropa la traen de china y adivinen que? las asiaticas no tienen culo, ni tetas!! la compran hombres que no tienen idea de porque esa talla S parece para su hermanita, o les parece maravilloso para que les quede pegadiito.En tallas americanas yo soy M, y aqui soy L, XL o a veces como te pasa a ti "no tengo talla" jjajaajaja. Estare pendiente del blog
Particularmente, no entiendo que carajo pasa...
Cualquiera que te conozca sabe que eres es-pec-ta-cu-larmente hermosa...

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