Amores imperfectos
Éste es uno de esos libros que se hacen leer. Iba a decir se dejan leer, pero es mentira, al agarrar un cuento te quedas con la duda, con la certeza, con la idea clavada en mitad de la frente: el amor no es lo que se dice en las telenovelas.
Cuando digo esto último, me doy cuenta de que hay que aclarar: No, el amor no es lo que se imprime en los globos rojos el catorce de febrero y celebraciones conexas, el amor no es lo de las tarjeticas con chip musical, y tampoco es lo de las telenovelas (ya saben, ciega-presa-merrobaronamihijo y demás yerbas). El amor ha de ser, o mejor dicho, se parece más, a una sustancia oscura que sube desde las entrañas y que nos hace hacer cosas impredecibles. Cosas que ni nosotros mismos nos creíamos capaces de hacer.
En este libro de cuentos, Edmundo Paz Soldán nos presenta una colección de amores imperfectos, de historias con finales infelices o inesperados, de historias no necesariamente cotidianas, pero sí humanas, demasiado humanas. Qué nos queda, sino comprender de una vez y para siempre que no hay amor perfecto, que todo amor combina una parte luminosa con una oscura, la mayor alegría con el más profundo dolor. Quizás en eso consista la perfección, puesto que, supongo, la perfección requiere de equilibrio.
(Esto, que conste, es mi opinión personal; el autor, que no ha de coincidir conmigo, dedica el libro A Tamra, mi amor perfecto).
¿Mis cuentos favoritos en este libro? Dochera (no por nada, supongo, ganó el Premio Juan Rulfo, aunque apenas me estoy enterando ahora -nunca leo las contraportadas) donde un hombre "se enamora de una mujer y decide homenajearla reinventando lingüísticamente el universo" (la frase es de la contraportada, y una vez más, la edición es la de la foto), El rompecabezas y Epitafios. Salvo mi voto respecto a Continuidad de los parques, personalmente, lo detesté, y de paso, Paz Soldán no puso ni siquiera una línea de microhomenaje a Cortázar (este cuento es una reescritura del suyo. Imagínense). Yo no sé nada de estas cosas, pero, en fin. En esta misma línea, se inscriben El informe de los ciegos, y, cómo no, Romeo y Julieta (este último, bueno, no está mal).
Salvando las dos o tres veces que me molesté con el autor mientras lo leía, me ha gustado. Como dice un amigo, sin ofender, no todo puede ser Gabo.
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